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¿Por qué fisioterapia para el suelo pélvico?

Un fisioterapeuta especializado en salud de la mujer (FTSM) es un profesional sanitario titulado formado para evaluar y tratar afecciones neuromusculares relacionadas con el embarazo, el posparto, la incontinencia y el dolor. Nos comprometemos a aprender y cuidar de las mujeres en todas las fases de la vida.

PRENATAL/EMBARAZO

Tu cuerpo está sosteniendo y haciendo crecer a un niño. Es esencial que estés en tu mejor momento para llevar a término el embarazo, dar a luz y cuidar de esta vida. Una WHPT comprende las necesidades de las mujeres y los cambios que se producen durante el embarazo, el parto y el posparto. Durante el embarazo, una WHPT puede ayudar a tratar los dolores asociados a los cambios de tu cuerpo. Entre otros, dolor lumbar, dolor/presión pélvica, dolor de cuello/hombros, problemas de vejiga e intestinos (pérdidas, estreñimiento) y problemas de la pared abdominal (por ejemplo, diástasis de rectos). Aunque muchos las atribuyen a condiciones «normales», ¡se trata de problemas que no son normales, pero que SON manejables y tratables! Un especialista en salud de la mujer puede mejorar tu calidad de vida durante el embarazo, prepararte para el parto y prepararte para cuidar a tu nuevo bebé después del parto.

POSPARTO

Te has cuidado para dar a luz a tu bebé. Ahora, ¡vamos a hablar de cómo cuidar de ti! Tu cuerpo ha cambiado en los últimos 9 meses y seguirá cambiando en los próximos 6-18 meses. Aunque muchos cambios físicos son muy frecuentes tras el embarazo y el parto (por ejemplo, las pérdidas de orina), no son normales y no tienes por qué vivir con ellos. La incontinencia urinaria (pérdidas de orina por cualquier motivo) se considera normal durante 2 semanas después del parto, así como cierta pesadez y presión pélvicas (prolapso).

Si estos problemas persisten al cabo de 2 semanas, un WHPT puede ayudarte con ejercicios y modificaciones del estilo de vida/comportamiento para reducir y potencialmente revertir tus problemas. También pueden ayudar con los dolores y molestias asociados a las actividades de puericultura, como: dolor de cuello y espalda, dolor de muñecas y manos, posturas prolongadas o dolorosas, y/o entumecimiento y hormigueo en brazos, piernas o zona pélvica. Otros problemas que pueden aparecer son la diástasis de rectos (separación del músculo abdominal), hinchazón en las piernas o la pelvis, y dolor pélvico con la penetración vaginal. Es importante tratar estos problemas pronto para que puedas volver a tu nivel de actividad anterior y cuidar de tu bebé sin interferencias ni dolor.

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Consejos para la recuperación de una cesárea

Tanto si tu cesárea fue planeada como si fue consecuencia de una complicación del parto, es importante que recuerdes que te has sometido a una cirugía abdominal mayor que requiere de ocho a diez semanas o más de recuperación.

Aunque puede que no te apetezca hacer mucho los primeros días del postoperatorio, hay que empezar enseguida a hacer ejercicios específicos para acelerar la recuperación tras la anestesia, estimular la función muscular y favorecer la circulación.

Consulta con tu profesional sanitario antes de hacer cualquiera de estos ejercicios para asegurarte de que es seguro para ti empezar.

  • Tose cinco veces cada hora para ayudar a limpiar tus pulmones después de la anestesia. Debes apoyar el abdomen sensible sujetando una almohada pequeña o una toalla enrollada contra la barriga, sobre la incisión, mientras toses. Si estás en el hospital, puedes pedir a la enfermera un espirómetro de incentivo. Se trata de una herramienta especial diseñada para ayudar a respirar tras una intervención quirúrgica. La enfermera te enseñará a utilizarlo.
  • Rodar el tronco para entrar y salir de la cama. Rodar el tronco es una técnica que ayuda a disminuir la presión sobre el vientre. Empieza de espaldas, con las rodillas flexionadas y los pies apoyados en la cama. Cuando ruedes hacia un lado, utiliza el brazo superior para ayudarte a rodar y agárrate al lateral de la cama (o al menos apoya la mano en la cama para mantener el equilibrio). Una vez de lado, con las rodillas aún flexionadas, utiliza la mano superior para ayudarte a impulsarte hacia arriba mientras balanceas suavemente las piernas sobre el lateral de la cama con el cuerpo moviéndose como una sola unidad o un «tronco». Una vez que estés lo suficientemente arriba, puedes utilizar la mano inferior para ayudarte a empujarte hacia arriba. Respira todo el tiempo. Si necesitas ayuda con esta técnica, pide a la enfermera que te enseñe o solicita la visita de un fisioterapeuta del hospital.
  • Túmbate o siéntate en una postura cómoda y tira lentamente del vientre hacia la columna vertebral. Utiliza la respiración exhalando cuando te retraigas e inhalando cuando te relajes. Trabaja hasta realizar una serie de cinco a diez repeticiones cada hora.
  • Túmbate boca arriba con las rodillas flexionadas y los brazos extendidos a los lados. Imagina que tu vientre es la esfera de un reloj, y presiona suavemente hacia abajo a las 12 en punto, luego hacia un lado a las 9 en punto, hacia abajo a las 6 en punto y luego hacia el otro lado a las 3 en punto: invierte la dirección y repite. Intenta trabajar hacia un movimiento suave de círculos en cada dirección.
  • Cuando se te haya pasado el efecto de la anestesia, intenta caminar unos pasos con apoyo. Puedes pedir que un fisioterapeuta venga a verte al hospital si crees que puedes necesitar ayuda o si crees que puedes necesitar un andador para mantener el equilibrio. Asegúrate de que alguien te sujeta mientras te mueves, ya que puedes sentirte mareado o inestable. Evitarás la retención de líquidos y acelerarás el retorno de la función intestinal y vesical levantándote y caminando unos minutos cada hora.
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